La caza del Snark. Quinto espasmo.

09.01.2014 13:55

Quinto Espasmo

 

La Lección del Castor

 

Lo buscaron con dedales y con mucho cuidado,

con tenedores y esperanza fue perseguido,

le amenazaron con una acción en bolsa,

con sonrisas y jabón fue seducido.

 

Pero el Carnicero ideó un plan

para cazarlo por separado

y pensó en un punto al que nadie iba

un valle sombrío y muy desolado.

 

Pero el mismo plan el Castor pensó.

Eligió sin más el mismo lugar,

aunque al verse juntos no demostraron

el asco que hacía al otro encontrar.

 

Ambos pensaban en la misma cosa

y el mismo glorioso fin alcanzar

así que pretendieron no darse cuenta

que estaban juntos en el mismo lugar.

 

El valle se estrechaba más, más y más

Y la noche oscura más fría y sombria

Hasta que por nervios, no por voluntad

hombro con hombro continuaron via.

 

De repente un grito penetrante y hondo

les hizo pensar que peligro había.

palideció el Castor de nariz a cola

y hasta el carnicero se desvanecía.

 

Distintas versiones del Jub-Jub Bird (el Ave Pica-Pica)

 

Pensó en su infancia ya muy lejana

aquel tiempro alegre y siempre inocente

el chillido aquel trajo a su recuerdo

la tiza en la pizarra muy vivamente.

 

“¡Es la voz del Pica-Pica!” Gritó de repente

El hombre a quien solían llamar tarado.

Luego, con orgullo, dijo suavemente:

“Igual que el Campitán yo lo he expresado”

 

“Así suena el Pica-Pica, te ruego que cuentes

y verás que lo he dicho dos veces.

Así canta el Pica-Pica, la prueba es total.

la tercera lo prueba con creces”.

 

El Castor contó escrupulosamente

escuchando las palabras una por una

pero se desanimó quejumbrosamente

cuando a la tercera perdió la suma.

 

Aunque se esforzó como un gran jabato

vio que no había nada que hacer

sólo podía esforzar sus sesos

y volver a contar de nuevo otra vez.

 

“Si uno más dos (espero que pueda)

con los dedos incluso si así se ha de hacer…”

recordaba llorando desde sus ojos

cuando la aritmética no era menester.

 

“Es fácil de hacer” Dijo el Carnicero

“creo que puede hacerse sin dificultad.

tráeme tinta y pluma, la mejor que encuentres.

seguro que se hace, seguro se hará”.

 

El Castor trajo pluma, papel y carpeta

y tinta también, no faltaba nada

cuando aparecieron extraños bichitos

con la sorpresa pintada en su cara.

 

El Carnicero en plena faena. Ilustración original de Holiday

 

No los vio el Carnicero, pues estaba ocupado

explicando el sistema en modo popular

utilizando una pluma en cada mano

para que el Castor pudiera captar.

 

“Si cogemos tres en un buen principio.

Por cierto, este número no está nada mal.

Añadimos siete y diez, multiplicamos por mil

Y luego los ocho que hay que restar.

 

“Por novecientos noventa y dos menos diecisiete

dividimos el resultante resultado

y así comprobarás querido colega

que en nada te has equivocado”.

 

“Como en mi cabeza lo tengo muy claro,

encantado el sistema te lo explicaría

si tuviera más tiempo y tú un poco de seso

pero hay que decir mucho todavía”.

 

“En un segundo he visto muy claro

lo que mucho tiempo ha estado envuelto en misterio

y una lección de historia natural

puedo darte a ti por el mismo precio”.

 

Dibujo de Maendra Singh, otro de los muchos ilustradores que se atrevieron

 

Así fue diciendo sin titubear

olvidando las normas de propiedad

y que instruir sin ser presentado

habría escandalizado en sociedad.

 

“El Pica-Pica tiene genio y es desesperado

y constantemente está apasionado

Su gusto en vestidos es bastante absurdo

en cuanto a la moda es un adelantado”.

 

“Pero reconoce todos los que ya haya visto

y los sobornos no suele aceptar.

En las recolectas de beneficencia

recoge dinero, pero nada da”

 

“Al cordero, las ostras o huevos

una vez cocinado su sabor supera.

Hay quien lo conserva en tarros de marfil

y otros en barricas de noble madera”.

 

“Se asa con serrín y se sazona con pegamento,

se espesa con saltamontes y cintas

teniendo claro que lo principal

es que su simetría no sea distinta”.

 

Pensó que ya era suficiente

aunque pudo haber hablado más tiempo

y al llamar amigo al joven Castor

rió de pena y lloró de contento.

 

El castor le confesó con tierna mirada

que las lágrimas más elocuentes

que en diez minutos había aprendido

más que en todos los libros hasta el presente.

 

De la mano regresaron y el Campitán

emocionadamente pasmado

dijo: “Esto compensa todas las fatigas

que en el onduloso mar hemos soportado”.

 

Amigos como el Carnicero y el Castor

jamás se han conocido

verano o invierno, no importaba cual

siempre iban los dos del brazo cogidos.

 

Y aunque hubiera disputas, pues a menudo hay

aunque siempre se intenten evitar.

ambos recordaban la voz del Pica-Pica

jurándose así eterna amistad.

 

    Nijar, 9 de enero de 2014

    Emilio Bisbal Moya

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