La gestión del sueño durante las navegaciones en solitario

24.02.2021 14:27

 

Un lector, Pere Fernández, me anima a compartir mi experiencia sobre la gestión del sueño en la navegacion de altura en solitario, «uno de los temas que más nos preocupan a los solitarios novatos» dice.

Comparada con la larga experiencia de  los actuales regatistas de altura , la mía es escasísima: Unas 7000 millas a lo sumo y apenas empezando a gestionar adecuadamente el sueño. Pero también a los mejores les cuesta gestionar el sueño y también ellos cometen errores en su gestión: Vean un ejemplo aquí.

Dicho esto, en mi modesta opinión, pienso que en navegación de altura, para poder dormir adecuadamente es imprescindible estar cansado y soñoliento o escaso de sueño, y al mismo tiempo estar relativamente relajado, es decir sin más preocupaciones que las que conlleva la navegación ordinaria.

Podemos empezar a relajarnos una vez establecido el rumbo y el velamen, comprobado el correcto funcionamiento de todo y con la costa ya lejos. La primera noche no pegaremos ojo, lo que no deja de ser normal pues el organismo necesita adaptarse a las turnos de sueño, el movimiento, etc. Probablemente la segunda noche tampoco será estupenda, pero a la tercera o cuarta singladura deberíamos habernos acostumbrado al regimen de sueño-vigilia que hayamos decidido establecer.

Cuando ya estemos libres de las principales rutas de los buques mercantes* y de las areas pesqueras nos podremos relajar un poco más.

Con el sueño, la falta de él o su gestión, no se puede generalizar; cada individuo lo vivirá de manera diferente, es más, incluso el mismo individuo lo vivirá de manera diferente según cual sea su edad y situación.

En mi primera navegación de altura en solitario ─3253 millas─ tenía 37 añós. En la segunda ─683 millas─ tenía 64. En la primera, me despertaba cada 20 minutos para echar una ojeada al horizonte, el rumbo y las velas. Si todo estaba en orden, volvía a la cucheta, daba cuerda al despertador ─un reloj de laboratorio─ y me dormía inmediatamente. Cierto que de vez en cuando no oía el despertador y dormía más de una hora seguida, hasta que un cambio en el movimiento o en el sonido me despertaba. En general, lo llevé bastante bien. (Ver el 30 de julio de Apuntes de una travesía en solitario 9)

En la segunda, con 27 años más, no conseguía conciliar el sueño con la rapidez suficiente antes no sonaba el despertador. Estuve muy cansado, pero el intenso tráfico desde o hacia el Estrecho y desde o para los principales puertos Marroquies y Canarios, me impedian relajarme. Los buques modernos son mucho más rápidos con lo que los 20 minutos de seguridad tradicionales ahora ya no sirven: El horizonte desde la altura de nuestros ojos desde la bañera está aproximadamente a 4 millas, 6 si le sumamos la altura de las luces de tope de los mercantes. Seis millas que se recorren en 20 minutos a 18 nudos, 13 del mercante y 5 nuestros -las velocidades de hace un siglo-, ahora un tiempo seguro sería de 15 minutos (18 nudos del mercante + 6 nudos nuestros a rumbos opuestos). Total que fue bastante duro, incluso llegué a temer enfermarme por falta de sueño ─Ver vídeo─.

En mi última travesía solo, de La Graciosa a La Palma, 226 millas de un tirón, dormí en tramos de 30 a 60 minutos en las, relativamente, zonas libres de navegación de buques mercantes (prolongación de las costas norte de Gran Canaria y Tenerife). La falta de sueño no llegó a incomodarme, pero tenía el suficiente para, estando relajado, poder conciliarlo rápidamente. El hecho de ser una navegación corta ─dos días y pico─ con todo a favor, ciertamente me ayudaron a mantenerme relajado.

El NOSEVE, con sueño, y el piloto infatigable

 

Concluyendo: No hay una norma fija con respecto al sueño, dependerá de los condicionantes y del propio individuo. Cada aspirante a navegante solitario tendrá que experimentar con su propio organismo para conocer su aguante y adaptarse al mismo, asi como a los condicionantes (atmosféricos, de tráfico, de derrota, etc.) Tendrá también que decidir que riesgos está dispuesto a asumir, pues aún con la ayuda de las alarmas del detector de radar, radar o AIS, mientras el navegante solitario duerma siempre habrá un riesgo potencial. Por ejemplo: Los buques de guerra, contrabandistas, aduaneros, pesqueros furtivos, pateras y veleros pequeños como el mío no llevan AIS, lo llevan desconectado o con datos falsos.

Amig@s lector@s animénse y láncense a la navegación local, de cabotaje o de altura; en solitario, en pareja, a tres, a cuatro o con tripulaciones numerosas, pero recuerden: Navegar es preciso

Román Sánchez Morata, 24 de febrero de 2021

 

* Ver Ocean Passages for the World en el capítulo 5 de DERROTA

 

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